A veces os cuento pasajes de mi vida… o anécdotas y creo que eso es lo que hace que mantengamos esa buena relación entre vosotros (los seguidores) y una servidora. Aunque no es un blog personal, a mí me gusta que me conozcáis un poquito, así que hoy va otra dosis familiar.

Los churros han estado super presentes en mi casa desde que nací. Mi bisabuela era la churrera del pueblo. Como podéis imaginar, cuando era yo un poquillo más mayor, lo típico de los pueblos… «-¿Y tú de quién eres? – Soy la bisnieta de la churrera», ya estaba todo más que dicho. Mi abuela también fue churrera pero… ella solo atendía, ya que la receta mágica de los churros se la llevó a la tumba de bisabuela. 

En casa nos encantan los churros y las porras y todavía conservamos la churrera antigua (ahora vintage) donde hacían los churros antaño, ahora decora la casa del pueblito bonito. Estaba claro que en nuestra boda a la hora del baile y de la recena no podía faltar el rinconcito con un par de foundues de chocolate y… ¡los churros! Os puedo decir que fue un éxito absoluto y ¡¡volaron!!

¿Os apetece una ración de churros?