Todavía recuerdo cuando era pequeña que mi padre se compró una Vespa roja, estábamos super emocionados en casa, nunca habíamos tenido moto. Mi padre se fue a probarla, sólo iba a dar una vueltecita. El destino quiso, bueno, mejor dicho la meteorología quiso que empezara a llover. Nosotras, mi madre, mi hermana y yo, lo esperábamos en casa, con la emoción de ver qué tal funcionaba la moto nueva. Aún hoy nos reímos. Picó a la puerta y… no sabíamos si era mi padre o un vagabundo con kilos de barro encima y ropa harapienta. La lluvia hizo que la Vespa resbalara y mi padre se cayera en un charco considerable. ¡Nos quedamos heladas y… muertas de risa!
Reconozco que me encantaba poder ir con él de paquete. El viento me daba en la cara de camino al colegio y era una aventura cada mañana. Eran tiempos en los que el casco no era obligatorio y los peques podían montar en ellas. Nunca he sido muy aventurera, la verdad, pero la moto me encantaba, me hacía la valiente porque a mi madre le daba pánico y cada vez que subía se ponía a rezar el Padre Nuestro, quizás porque se acordaba de la primera experiencia motera de mi padre.
La verdad es que las motos me gustan, pero siempre me ha dado miedo conducirlas. Como paquete voy la mar de tranquila, aunque dicen que es mucho más peligroso pero… será que me gusta el riesgo. No son muchas las parejas que optan por llegar al lugar de la ceremonia en Vespa o moto, pero las que lo hacen está claro que se atreven con algo diferente. Una pareja convencional y chapada a la antigua no creo que lo hiciera, pero una pareja moderna con ganas de que su boda sea original y especial, pondrán ese toque de fantasía y diversión.
¿Te atreves a ir en Vespa el día de tu boda?
